Hace poco me encargaron la siembra de césped en un jardín que necesitaba una renovación completa. El terreno estaba irregular, con zonas de suelo compacto y malas hierbas que impedían un crecimiento uniforme.
Lo primero fue preparar el suelo: retiré restos de vegetación, aireé la tierra y nivelé el terreno para asegurar un drenaje adecuado. Luego, elegí una mezcla de semillas resistente al clima de la zona y las esparcí de manera uniforme, asegurándome de que cada rincón recibiera la cantidad necesaria.
Después, cubrí las semillas con una fina capa de sustrato y realicé el primer riego, esencial para estimular la germinación. Durante las siguientes semanas, llevé un seguimiento constante, manteniendo la humedad adecuada y vigilando el crecimiento de las primeras hojas.
Poco a poco, el jardín cobró vida con un césped denso y verde. Ver cómo de un suelo desnudo nace una alfombra natural siempre es una satisfacción enorme. La siembra de césped requiere paciencia, pero con los cuidados adecuados, el resultado es espectacular.

